Este año iríamos hasta Andorra sí o
sí, habíamos trazado el plan casi un año antes y ninguna
circunstancia (o casi) nos haría desistir.
En el mes de mayo
ya había quedado claro lo adelantado en un artículo publicado en
abril
en el que manifestaba mis intenciones. La cuestión sería si la
magnitud del reto y el escaso tiempo de preparación me permitirían
culminar el desafío deportivo...
Allá nos fuimos 5 compañeros de
nuestro grupo Coruña Trail, Rafa, Luis y yo en una primera
avanzadilla, Iaga y Javier con el tiempo justo debido al trabajo.
El lunes 2 de julio emprendimos un
tempranero viaje para llegar con tiempo de cenar y, ya casi, irnos a
dormir, llevándonos la primera sorpresa: lo que esperábamos que
fuese un hotelito correcto acabó siendo un hotel muy recomendable
,sobre todo por el excelente y caluroso trato recibido durante
nuestra estancia en el HotelAntic, antes llamado Cal Daina (Arans-La Cortinada-Ordino)
Naturalmente, durante nuestra estancia no estaba nevado
Teníamos por delante varios días
hasta el viernes 6, cuando habríamos de comenzar la aventura de
patear y patear, subir y bajar montañas mientras el cuerpo aguantase
en las diferentes pruebas del Andorra
Ultra Trail, los días fueron pasando
salpicados de salidas junto al río, subidas montañeras y visitas
ciudadanas, buenos alimentos, birras y alguna compra. Pudimos
comprobar lo excelentemente balizado que se encontraba el recorrido,
admiramos la grandeza de las cumbres pirenaicas, nos impresionó el
aspecto de algunas laderas que, mas que montaña salvaje, semejaban
un jardín dada la profusión de flores que lucían en grandes
concentraciones, Rododendros de montaña, Pulsatilla y Calderones,
entre otras especies, poblaban esas montañas (mi agradecimiento a
Luis, que me permitió descubrir esos nombres, dada mi ingnorancia en
botánica).
Por fin llegó el gran día, yo tomaré
parte en la Celestrail
en compañía de Iaga, con quien me encontraré en la zona de salida.
Nos esperan 83 km con 5000 m D+. El día transcurre con tranquilidad,
comidas menos abundantes que durante los días anteriores dado que la
carga energética la hemos realizado a conciencia, este día es mejor
tomar la salida con el aparato digestivo no saturado. Nos mantenemos
atentos a las predicciones meteorológicas para intentar imaginar lo
que nos encontraremos en las montañas, realmente parece que habrá
suerte y solo encontraremos temperaturas frescas en las cumbres y
ausencia total de lluvia.
El ambiente en Ordino es muy animado,
por cualquier lugar se puede ver una gran cantidad de corredores y
aficionados dispuestos a afrontar las carreras Andorranas. A las
08:00 del viernes 6 de julio de 2012 se iniciaban las pruebas con la
puesta en escena de la prueba grande, la Ronda dels Cims con sus 170
km, medio día mas tarde, concretamente a las 21:00 horas tomábamos
la salida los participantes de la Celestrail con 83 km por delante,
precediendo en 2 horas a los participantes en la Ultra Mític que
habrían de afrontar 112 km. Todavía quedarán 2 pruebas “menores”,
el Trail de 35 km para el sábado y el Solidaritrail de 10 km para el
domingo.
A la hora prevista comienza la
Celestrail entre un ambiente fenomenal pues, además de los
corredores de esta carrera, están los que tomarán la salida 2 horas
mas tarde, mas un gran número de acompañantes y aficionados. A
pesar de la magnitud del reto, el mayor que yo haya emprendido, los
nervios no han aparecido, tal vez porque mi único objetivo es
finalizar e, incluso, no olvido la posibilidad de no lograrlo dado lo
corta que ha sido mi preparación debido a algunos problemas físicos.
Partimos todos con las luces ya situadas en nuestras frentes, pues
queda poco tiempo para que la luz natural nos abandone. El comienzo
de la ruta es muy sencillo, en ligero ascenso, todo el rato corriendo
junto al río Valira del Nord hasta alcanzar la población de Llorts,
en donde comenzaríamos la primera gran subida de la noche en la que
sortearíamos 1.200 m de desnivel en un tramo de 6,5 km hasta llegar
al Pico del Clot del Cavall, en ese tramo se suceden unas zonas con
camino relativamente fácil, con otras mas técnicas con la presencia
de rocas, agua e incluso un nevero. La luna luce espléndida mientras
el viento azota con bastante fuerza en la cresta de la montaña, me
protejo del frío con un par de prendas e inicio un descenso largo y
sinuoso por un terreno permanentemente hervoso, hasta ahora las
sensaciones son buenas, no he forzado el ritmo y tengo la sensación
de que podré con el reto. Cuando me faltan pocos km para alcanzar el
primer avituallamiento, me pasan varios corredores de la Ultra Mític,
he recorrido unos 15 km y me están pasando los “cracks” que han
salido 2 horas mas tarde que yo, alucinante como corren. Llegado al
refugio del Pla de l'Estany mis sensaciones han cambiado
notablemente, la bajada me ha castigado las piernas mas que la
subida, tomo algún alimento, recoloco el contenido de la mochila y
saludo a Iaga que venía muy cerca de mí, le comento que noto raras
las piernas y no quiero que se enfríen, por lo que comenzaré a
moverme de inmediato, lo cual hago con tranquilidad mientras continúo
alimentándome, toca atravesar un rellano inundado de agua y
continuar por una bajada pronunciada en la que sigo sintiendo malas
sensaciones en los cuádriceps y rodillas, al cabo de un rato me
alcanza mi compañera de Coruña Trail y al poco iniciamos juntos la
segunda gran subida hasta el refugio del Comapedrosa que tendrá
continuidad hasta la Portella de Sanfons, comentamos nuestra
situación horaria y calculamos que vamos bien según el plan para
acabar entre las 20 o 24 horas de carrera, durante ese tramo mis
piernas siguen quejándose y comienzo a razonar conmigo mismo hasta
que, ya en voz alta, comento con Iaga mi estado y mi intención de no
acabar la prueba, momento en el que ella me confiesa que siente unas
sensaciones parecidas y que ve muy complicado poder seguir. Llegados
al refugio de Comapedrosa nuestra decisión ya es firme, aunque
continuaremos hasta el siguiente punto de control. Reiniciada la
marcha acabamos por alcanzar la Portella de Sanfons, después el Port
Negre, en donde alcanzamos las instalaciones del teleférico de las
Pistas de Arinsal que, en la oscuridad, ofrecen un aspecto
fantasmagórico, tras ese punto “solo” nos queda un descenso
hasta el Coll de la Botella, entrecomillo “solo” porque aunque
sea poca distancia, el “defecto” de nuestras piernas nos hace
sufrir mas en las bajadas que en las subidas, por lo que nos lo
tomamos con calma mientras, poco a poco, percibimos como se acerca el
día, comenzamos a escuchar pájaros anunciando el amanecer y, por
fin, ya de día, alcanzamos el punto de control en donde entregamos
los dorsales tras una noche de ruta y 30 km recorridos. Aún hubo que
esperar un buen rato hasta que conseguimos que un tipo muy amable nos
bajase en coche hasta Ordino.
A pesar del abandono, la satisfacción
por haberlo intentado era superior a la desilusión, el hecho de
parar a tiempo impidió que los daños físicos fuesen preocupantes
y, al menos, nos quedan las impresiones de un recorrido espectacular
y lo especial que es moverse por las montañas de noche acompañados
por la luz de la luna y de los frontales.
Cuando llegué al hotel consumí un
buen desayuno mientras conversaba con los amables anfitriones del
Hotel Antic, después una buena y relajante ducha y, por fin, un
sueño reparador menos extenso de lo que en principio esperaba, dado
que recibí la llamada de mi amigo Luis que había dado por
finalizada su participación después de sobrepasar la distancia de
una Maratón de montaña con un desnivel brutal. Buena parte del día
transcurrió siguiendo por internet las noticias de nuestro fenomenal
compañero Rafa, que se disponía a afrontar su 2ª noche en las
montañas, camino de convertirse en finalista de la Ultra Mític,
algo que pudimos ver y celebrar al día siguiente, cuando lo
encontramos llegando a meta con una entereza adminable en alguien que
había empleado 36 horas seguidas en luchar contra un reto imponente.
La alegría que sentimos cuando lo vimos llegar y acompañamos hasta
la meta fue tan grande como si lo hubiésemos logrado personalmente. El estado de sus zapatillas era memorable y, como tal, nos ocupamos de inmortalizarlo...
La última carrera de sus zapatillas
Lo que he podido aprender de esta
experiencia es que determinados retos solo deben afrontarse en
plenitud de condiciones, no me sirvió planear un esfuerzo de baja
intensidad para así no agotar mi resistencia, si no se llega bien,
seguro que aparecerá el fallo muscular de un modo u otro.
En su momento saqué la misma lectura. Y creo que ambos volveremoa allí a intentarlo de nuevo. Un abrazo.
ResponderEliminarQue grande eres Candi !!! Muy buena cronica y gracias por lo que me toca... ojalá podamos hacer un ultra juntos muy pronto, lo cual querrá decir que tus rodillas estarán recuperadas
ResponderEliminarUn abrazo